POR GABRIEL MARIA PÉREZ
Fuente: Univers Àgatha | 14/01/2024
Fotografía: Pixabay
Se acabaron la fiestas navideñas, algunos aplaudimos, mientras otros se entristecen y para otros más, como si no hubieran existido.
En nuestro caso, nuestra hija Àgatha, con trastorno severo de autismo, ha estado enfermita, con dificultades para comer, con cara de malestar, inquieta y rebelde.
Poco a poco, con la medicación conveniente, su rostro ha mostrado un brillo cada vez superior y ha vuelto a comer, aunque aún con ciertas mejorables dificultades.
Estamos en lo de siempre, como no habla, no sabemos exactamente qué tiene, excepto en su expresión corporal o la de sus facciones serias y mirada oscura, sin esa reluciente sonrisa y dejándose caer al suelo, como un acto de total rebeldía.
Gracias a que se le hicieron unas pruebas urgentes parece que la mejora ya es más que sensible y tiende a ir para más.
Muestra de ello es lo comentado de que come con algo más de hambre, sus ojos ya no están tan oscuros y ha regresado su sonrisa, aunque con cuentagotas, pero excelsa, como siempre.
Pero su rebeldía no se va.
Sí, mi chica también tiene un punto de rebeldía, de travesuras muchas veces inesperadas.
Ayer, tras la cena que su ultra-paciente mamá le dio, otra vez con ciertas dificultades por el tema de la medicación disuelta en la comida y el mal sabor contundente de la química, Àgatha empezó a tirar cosas al suelo.
Un gran aplauso para su gran Mamá Azul, por la paciencia y trabajazo hecho.
Que si una mesilla tumbada, que si un plato al suelo (por suerte no se rompió), que si pataleos, etc.
No era un grado alto de nerviosismo, pero de este modo nos daba a entender que ya estaba harta de su malestar y nuestra insistencia en que comiera fuera como fuera.
Esa es su manera de rebelarse, en el fondo brillante y con todo su derecho, claro que sí.
Luego durmió toda la noche, buena señal.
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