POR CAROL CURTIN, SARABETH BRODER-FINGERT
Fuente: Spectrum / 23/06/2020
Ilustración: María Hergueta
Los niños con autismo tienen más probabilidades que los niños con un desarrollo típico de cumplir los criterios para ser considerados de sobrepeso u obesidad desde la infancia hasta la adolescencia (1,2). Y estos problemas de peso pueden tener efectos perjudiciales para la salud: la obesidad juega un papel en el desarrollo de la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y ciertos cánceres en la edad adulta. Estas condiciones crónicas son más frecuentes entre los adultos autistas que entre sus compañeros típicos.
Pero las advertencias para perder peso pueden resultar contraproducentes y pueden contribuir aún más al aumento de peso. Los médicos de atención primaria pediátrica, tienen la responsabilidad fundamental de proporcionar orientación, información y recursos a los niños autistas que luchan contra el aumento de peso, y de abogar por ellos para que accedan a los servicios y apoyos necesarios en el hogar y en la escuela.
Lamentablemente, muchos pediatras no están capacitados para ayudar a poblaciones especiales de niños, que pueden tener riesgos específicos relacionados con el peso. La selectividad alimentaria, la inactividad física y los niveles elevados de tiempo de pantalla, pueden contribuir a los problemas de peso en los niños autistas, al igual que los problemas de sueño, las afecciones médicas concurrentes, el estrés familiar y los medicamentos antipsicóticos.
Para llenar este vacío de entrenamiento, nosotros y nuestros colegas de la Red de Investigación del Peso Saludable, desarrollamos un conjunto de recomendaciones para los médicos de atención primaria para guiarlos en el trabajo con niños en el espectro del autismo en torno a preocupaciones relacionadas con el peso (3). Modificamos y ampliamos la útil hoja de ruta de la Academia Americana de Pediatría para el manejo de la obesidad infantil para su uso con niños autistas. Nuestras recomendaciones abarcan la detección, la evaluación, la prevención y la intervención. También proporcionan a los profesionales sugerencias específicas para trabajar con niños autistas y sus familias, terapeutas y sistemas escolares.
Orientación y motivación
Los profesionales pueden empezar a marcar la diferencia simplemente evaluando y discutiendo el estado de peso de un niño. Estas conversaciones proporcionan una oportunidad para explorar los comportamientos y desafíos relacionados con el estilo de vida de los niños y sus familias. Pueden ser una forma de identificar temas relacionados con la inseguridad alimentaria, un factor de riesgo conocido para la obesidad, así como el aislamiento social y las oportunidades limitadas de actividad física y recreación (4). A través de estos debates, los profesionales pueden comenzar a asociarse con los niños y sus familias para abordar las preocupaciones en torno a los hábitos alimentarios, la participación en la recreación y la actividad física, y encontrar alternativas a las actividades sedentarias como el tiempo excesivo frente a la pantalla.
Es imperativo que los pediatras sirvan como modelos positivos y aborden estos temas de manera abierta y sin prejuicios. Debido al estigma asociado con la obesidad, los niños pueden ser reacios a hablar de su peso. Los padres también pueden sentir que son los culpables. Los pediatras deben tranquilizar a los niños autistas y a sus familias para que no se les juzgue. Deben mantener la conversación centrada en la salud y el bienestar, y no en lograr algún número específico en una escala o tabla de crecimiento.
Los pediatras de atención primaria también pueden desplegar técnicas de entrevista motivacional adaptadas, utilizando un lenguaje simple, concreto y claro. Las demostraciones verbales y no verbales de apoyo y estímulo, por ejemplo, utilizando refuerzos positivos para mejorar los patrones de alimentación o aumentar la actividad física, pueden ayudar a las personas con discapacidades del desarrollo a cambiar su comportamiento y a tomar decisiones más saludables (5). Las entrevistas motivacionales con los padres pueden arrojar luz sobre sus preocupaciones, valores y preparación para el cambio.
Los pediatras también pueden abogar por el apoyo dentro de los sistemas escolares, asegurándose de que los niños que tienen problemas motores o de coordinación, obtengan una educación física adaptada, por ejemplo. Asimismo, los pediatas pueden pedir que se incluyan objetivos de alimentación saludable y actividad física en el Programa de Educación Individualizada de un niño. Una nota escrita o una receta de un médico tiene gran influencia en las instituciones educativas y sociales.
Aunque los pediatras pueden desempeñar un papel fundamental para los niños autistas con problemas de peso, no es necesario que trabajen de forma aislada. También pueden solicitar la ayuda de especialistas en desarrollo, como psicólogos del comportamiento. Estos profesionales, a menudo, poseen experiencia relacionada con el autismo, que puede aumentar la capacidad del pediatra para abordar los factores del estilo de vida, especialmente si parece justificado hacer cambios en la dieta o aumentar la actividad física, y un niño autista necesita apoyo adicional para hacer estos cambios. Por ejemplo, si un niño tiene sensibilidades sensoriales que lo llevan a una dieta restringida, trabajar con un equipo de alimentación que podría incluir un psicólogo del comportamiento, un nutricionista o un terapeuta ocupacional con experiencia en cuestiones sensoriales orales, puede ayudar a los niños a ampliar su dieta.
Los pediatras y los médicos de atención primaria suelen ser figuras estables y de larga duración en la vida de un niño. La relación que un pediatra establece con un niño y su familia, así como el apoyo y la orientación que ofrece, pueden tener un impacto monumental en la calidad de vida, la salud y el bienestar del niño. Es de suma importancia que los médicos de atención primaria intervengan rápidamente si un niño autista parece estar en riesgo de aumentar excesivamente de peso, o ya ha alcanzado los criterios de sobrepeso u obesidad. Estos desafíos pueden tomar tiempo para ser abordados y pueden requerir un enfoque de múltiples niveles, pero los muchos años que el pediatra tiene para seguir al niño y apoyar cambios incrementales, pero importantes en los comportamientos del estilo de vida, pueden ayudar a promover una salud y bienestar óptimos en esta importante población pediátrica.
Esperamos que nuestras recomendaciones permitan a los médicos de atención primaria intervenir de manera efectiva y con apoyo, para ayudar a los niños autistas a mantener un peso saludable.
Carol Curtin es profesora adjunta de medicina familiar y de salud comunitaria y psiquiatría en el Eunice Kennedy Shriver Center de la Universidad de Massachusetts, en Worcester. Sarabeth Broder-Fingert es profesora adjunta de pediatría en la Universidad de Boston, en Massachusetts.
REFERENCIAS
1. Broder-Fingert S. y otros. Acad. Pediatría. 14, 408-414 (2014) Pubmed.
2. Debe A. et al. Child. Obes. 13, 25-35 (2017) Pubmed.
3. Curtin C. y otros. Pediatría 145, S126-S139 (2020) Pubmed.
4. Kohn M.J. y otros. Pediatría. Obes. 9, 155-166 (2014) Pubmed.
5. Frielink N. y P. Embebe J. Inteligencia. Dev. Incapacita. 38, 279-291 (2013) Pubmed.
TAGS: autismo, cuidado de la salud, obesidad, tratamientos
Carol Curtin
Associate professor, University of Massachusetts
Sarabeth Broder-Fingert
Assistant professor, Boston University
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