POR IGNACIO PANTOJA
Fuente: Autismo en vivo | 12/03/2023
Fotografía: Google
Como comandante del espacio, yo Taylor Starblue, formaba parte del equipo de investigación de culturas extintas en otros planetas.
Recomendado por mis superiores decidí viajar a Drúmulus, el planeta del tamaño del sol, un lugar apasionante… desde sus increíbles estructuras geológicas hasta las reliquias de la antigua cultura de su extinta especie…
Aquella noche llegué y desde que aparecieron los primeros rayos de la estrella que brillaba en el horizonte, empecé a inspeccionar.
Su religión parecía prácticamente una leyenda de terror ancestral, allí como había llegado al centro del inmenso teatro podría verlos a todos… los enormes seres parecidos jabalíes de decenas de metros tallados en roca, los que eran como leones y mastodontes gigantescos, con los ojos vacíos, pues todo allí había desaparecido, toda forma de vida imaginable, y lo que más me impresionó, esa especie de criatura alada, como una rapaz, de varias decenas de metros de envergadura…
Entonces divisé al horizonte otra estatua, quizá erigida en honor a un dios primigenio, era parecida a un conejo y se accedía a ella tras varios saltos de roca en roca…
Cogí mi nave espacial a supervelocidad y aceleré todo lo posible para verla de cerca, sin embargo, según pasaban las horas, me iba dando cuenta de mi error, no solo estaba mucho más lejos de lo que pensaba, sino que era infinitamente más enorme de lo que había calculado.
Cuando llegué allí observé un abismo insoldable, que desaparecía en la oscuridad de los tiempos y el salto hacia la siguiente roca parecía del tamaño de un mar que se perdía en el horizonte…
Y la estatua, la enorme estatua de dios conejo, era tan inmensa, que tendría la altura del propio tamaño que nuestro planeta tierra…
Me quedé parado, totalmente aterrorizado por su enorme escala, tanto miedo pasé que incluso tenía ganas de caer en aquel abismo y desaparecer por los tiempos de los tiempos.
Pues era tan impresionante que ningún humano podría imaginar aquello ni en sus peores pesadillas.
Sintiendo algo parecido al vértigo di vuelta a la nave, primero despacio y cuando más me alejaba más rápido quería huir de ese lugar.
Solicité mi regreso a la Tierra y cuándo pude llegar los médicos me aconsejaron pasar un mes en un hospital psiquiátrico.
Aún sueño con ello en las noches más oscuras de mi vida.
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