POR GABRIEL MARIA PÉREZ
Fuente: Univers Àgatha | 13/03/2022
Fotografía: Pixabay
En primer lugar quisiera dejar claro que si hablo de la igualdad de género en relación con la discapacidad, lo hago teniendo como referencia a mi hija Àgatha, quien tiene el Trastorno del Desarrollo General dentro del espectro autista, con un grado diagnosticado del 88% de discapacidad.
A día de hoy, ya con prácticamente veintidós añitos, hemos tenido la suerte de que ha recibido un trato verdaderamente magnífico, prácticamente en todos los centros en los que ha estado desde pequeña: guarderías, escuelas de educación especial, centro de día al que va actualmente, si bien, al principio, cuando todavía no teníamos el diagnóstico de autismo (hasta los siete años no nos lo dieron), sí que en alguna ocasión nos habían llamado para decirnos que no sabían qué hacer con ella y la dejaban un poco a un lado (esto ocurrió sólo en una de las guarderías).
Ahora bien, ella sería un foco fácil, muy fácil, de poder “humillar” o hacer mobing, e incluso caer en manos de cualquier perturbado desconocido con hambre de sexo, porque es de una inmensa docilidad y, como sencillamente no opondría resistencia alguna, por el simple hecho de que no entiende nada, seguro que sería carnaza aprovechable.
Parece extraño que hable de esta manera sobre lo fácil que puede ser tener una presa fácil en el ámbito de la discapacidad, y es que hay tantos casos en los que se maltrata o humilla de una u otra manera a las personas con algún trastorno que genere algún tipo de discapacidad, y más, desgraciadamente, si se trata del género femenino, por no entrar en el hecho de la homosexualidad, de la que también es necesario reivindicar la igualdad de derechos.
Cuántas veces en los últimos años hemos oído o visto noticias relacionadas con mujeres con discapacidad, a las que han hecho mobing o violado sin ningún tipo de escrúpulo, es por este motivo que me doy golpes de pecho de lo fácil que podría haber sido que le hubiera podido pasar a mi hija.
Quisiera distinguir entre ser discapacitado y estar discapacitado, dos extremos que denigran un poco a la persona, ya que resaltan como adjetivo calificativo la discapacidad, despreciando las demás cualidades de la persona.
Por el contrario, tener una discapacidad denota posesión, sin que ello afecte a su integridad y dignidad como persona.
Desde nuestro nacimiento, tanto las mujeres, los hombres, las personas que tienen alguna discapacidad, sean de una u otra raza, de un país u otro, todos nos formamos en torno a las relaciones sociales con las que convivimos y en estas relaciones sociales es cuando aparecen las diferencias en el trato humano que se desarrolla con ciertas restricciones o discriminaciones, unas veces por la educación que desde niños recibimos, otras según la cultura y religión o costumbres del país o tierra en el que hemos nacido.
Existe un problema importante, que provoca que muchas veces se generen tensiones entre géneros, incluso en la homosexualidad.
Yo he vivido situaciones inverosímiles, con hombres cercanos a mí hablando despectivamente de la mujer por el simple hecho de ser mujer, con las típicas frases machistas tan carcas como estúpidas e irracionales a la vez.
¿Y la burla hacia las mujeres con alguna discapacidad?
“Mira cómo camina esta”, “Esta de la silla de ruedas es muy guapa, si no fuera minusválida vete a saber”, y no quiero profundizar con otras frases de mal gusto con expresiones groseras, curiosamente más hinchadas si se trata de mujer que si fuera de hombre, por quien sienten cierta lástima.
Esto realmente es terrible.
Independientemente de lo que he estado hablando hasta ahora, en el ámbito de la discapacidad, especialmente con el colectivo de mujeres con discapacidad, las emociones, los sentimientos, las necesidades han quedado muchas veces relegadas a un segundo plano, puesto que ha habido más tendencia a hacer teorías sobre cómo sería mejor tratar la discapacidad que no escuchar las voces de estas mujeres afectadas, relacionadas con su sexualidad y costumbres, y creo que es por este motivo que no se acaba de encontrar una solución efectiva.
Esto significa que la mujer con discapacidad puede recibir tanto la discriminación por su trastorno como por ser mujer, la educación es fundamental para deshacer estas situaciones.
Todos somos iguales, todos debemos estar integrados en la sociedad con las mismas condiciones, evidentemente, apoyadas por leyes de protección y adaptación a la condición de cada individuo, es decir, ayudas a la discapacidad para hacer la vida lo máximo sostenible y con el mayor bienestar posible, y trato de género totalmente igualitario.
Palabras para la igualdad
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