POR GABRIEL MARIA PÉREZ
Fuente: Univers Àgatha | 14/04/2024
Fotografía: Univers Àgatha
El mundo continúa su vuelo, mientras los habitantes humanos que la habitamos, lo vamos gastando con sus guerras, sus idiocias, su cinismo y falta de sensibilidad hacia una esfera de tierra y agua que mondamos agresivamente como una patata a punto del caldero.
Parece mentira pero es así, continuamos agrediendo lo que es nuestro.
Tantos años de historia no han hecho ni harán nunca desaparecer las repulsivas guerras, hambres, luchas de clases, políticos para el poder exclusivo, feminicidios por un machismo desbocado, falsos gurús (y muy peligrosos), etc.
Yo me siento extraño con mucha de esta gente que se vanagloria de amar a nuestra tierra, nuestro planeta, esto que rueda incesante por un universo infinito.
Yo me asusto viendo cómo va evolucionando este mundo que se corroe por culpa de tantos de nosotros, los humanos.
Pero, ya sé que soy reiterativo, hay unos personajillos, lindas luces, que están cerca de nosotros, unas personas más personas que tantos de nosotros, que relucen, que son faros permanentes con un espíritu relleno de inocencia, de quienes tendríamos que copiar su imposibilidad por desgarrar lo que les rodea.
Hay unos seres humanos sensibles, que no saben expresar sus sentimientos, que se ponen en exceso nerviosos cuando no comprenden lo que les pasa, cuando tienen un malestar y no saben interpretarlo, pero que son incapaces de agredir su entorno.
Y yo tengo uno de ellos, mi hija Àgatha, con sonrisa de mejilla a mejilla, sus ojos complacientes, su gran calma en los últimos meses, su enorme INOCENCIA.
Ella, como tantos otros de su “especie” con autismo, podría ser un espejo donde no encontraríamos ni un ápice de maldad ni agresividad.
Continúa así, querida, a ver si tomamos ejemplo.
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