ALEX GARCIA
Fuente: Autismo vivo | 21/04/2021
Fotografía: Pixabay.com
El concepto de la máscara es uno de los más importantes a conocer para entender la realidad diaria de una persona con autismo, especialmente los de autismo nivel 1 o Asperger.
La máscara autista no es más que el hábito de actuar delante de los demás como si uno fuera neuro-típico, ocultando su carácter y condición autista. Es un mecanismo desarrollado para integrarse en círculos sociales sin ser valorado negativamente, en tanto que el carácter autista suele ser incomprendido y valorado negativamente.
Esta máscara se da tanto en los que están diagnosticados como en los que no lo están, y llega a ser un mecanismo autómatico, generado por el subconsciente. Resulta un mecanismo de supervivencia, que sin embargo no sólo conlleva un gran cansancio mental sinó que incluso puede derivar a problemas de salud mental a largo plazo.
Algunas de las consecuencias de llevar la máscara a largo plazo pueden llegar a ser:
Pérdida de la propia personalidad y confusión acerca de quien eres realmente
Inseguridades acerca de qué papel hay que jugar en cada caso
Estrés crónico, a raíz del estrés y cansancio acumulado que genera el hábito de actuar lejos de tu verdadera personalidad. Dicho estrés crónico puede desencadenar en depresión crónica o enfermedades crónicas autoinmunes, como la fatiga crónica, fibriomialgia, etc.
Baja autoestima, en la medida que crees que la gente te valora por lo que realmente no eres
Confusión en los demás cuando estás demasiado cansado psicológicamente y te quitas la máscara, con lo que la gente no entiende qué te pasa y empiezan las malas intuiciones
Generar expectativas que no puedes cumplir de forma sostenida.
Enbrancarse en proyectos vitales o profesionales que realmente no encajan con tu verdadera personalidad, lo cual conlleva un desgaste hasta un callejón de difícil salida.
Infelicidad, por cuanto ésta tiene como requisito básico poder ser uno mismo
Dificultad en el diagnóstico, y por tanto en identificar la raíz de tus problemas.
El fenómeno de la máscara es marcadamente más frecuente en las mujeres, que tienen o desarrollan una mayor capacidad de fingir, aunque a la larga su máscara les acaba pasando factura.
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