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“San Asperger”: aprender a perdonar (II)




DOMINGO FERNANDEZ

Fuente: Autismo en Vivo | 26/10/2021

Fotografía: Pixabay.com



La condición Asperger supone que la convivencia con los demás acabe siendo a menudo una tortura psicológica. A partir de ahí hay tres opciones principales: intentar ser un “santo”, ser asertivo o aislarte.


Perdonar concede a la víctima de la ofensa una mejora de la salud física y mental, una restauración del empoderamiento, una capacidad de reconciliación con el ofensor, un cambio positivo en la afectividad del ofendido y una mejor esperanza y capacidad en la resolución de conflictos.


Cuan fácil es decir todo esto, pero cuan difícil resulta llevarlo a cabo… El perdón es un proceso que lleva tiempo, sobretodo al principio, cuando uno no está acostumbrado o entrenado para ello. Para perdonar conviene tener en cuenta las siguientes ideas clave:

  • Perdonar no significa minimizar o olvidar la ofensa, ni tan solo otorgar un beneficio al ofensor. Es solamente un favor a uno mismo del ofendido, para liberar emociones negativas a partir de la comprensión de lo que pasó, entendiendo que estas cosas pasan y en algún caso para beneficio nuestro en cierto modo, pues quizás nos convenia esto para alejarnos de quien no nos conviene.

  • Un ejercicio que nos ayuda en el proceso del perdón es ponernos en el lugar del ofensor e intentar entender los conflictos internos, deficiencias o heridas que tiene esta persona, que no justifican pero sí explican el porqué de lo sucedido. A partir de ahí podemos intentar generar sentimientos de empatía o lástima hacia él o ella, lo cual ayuda a liberar las emociones negativas.

  • Perdonar lleva tiempo. Es un proceso que puede llevar más o menos tiempo según la gravedad de la ofensa, nuestro grado de sensbilidad o susceptibilidad si ya hemos recibido ofensas similares no sanadas, y también nuestro grado de madurez para saber comprender el porqué de lo sucedido. Precisamente, la práctica del perdón supone implícitamente un ejercicio de maduración, que nos prepara para afrontar con éxito otras situaciones similares.


Una técnica interesante es la de la silla vacía. Consiste en sentarse en una silla y poner otra delante imaginándonos que en la otra silla está quien nos ha ofendido. A partir de ahí nos vaciamos emocionalmente expresando todas las emociones que sentimos. El ejercicio incluye preguntar a la otra persona por qué lo hizo y después ponerse en la otra silla para intentar responder a las propias preguntas. Es pues un ejercicio de búsqueda de comprensión y empatía.

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