POR IGNACIO PANTOJA
Fuente: Autismo en vivo | 23/10/2022
Fotografía: Pixabay
Por orden del Altísimo, el poderosos arcángel Gabriel hubo de descender a los infiernos, por lo visto había demasiado jaleo allí últimamente.
Se montó en su gran caballo blanco y alado, cogió su lanza de oro brillante y pasó del magnífico Reino de los Cielos a la Tierra.
Una vez allí busco una gruta donde oliese a inmundicia, una vez encontrada se abrió camino con el resplandor del oro que relucía de su espada.
Poco a poco la luz solar fue desapareciendo y fue suplantada por la del fuego, así como su siniestro crepitar.
Vio esqueletos, unos bailaban y otros tomaban whisky, todos parecían alegrarse de estar allí, en una total cohorte de inmundicias.
Seres extraños, mitad cerdo mitad humano, algunos con cabeza de perro le miraban, pero sabían perfectamente que no debían meterse con él pues llevaba el emblema del Señor, y aún allí, en el Infierno, aquello era respetado.
Entonces lo vio, aquella enorme bestia con cabeza y unos cuernos enormes de carnero.
iBlandió su lanza y apuntó hacia ello, con valor y decisión.
Calvó la lanza en su cráneo y este se abrió, mostrando una masa negra y sin cerebro, pero sucedió lo terrible y lo maligno, el Diablo rió, rió de manera fuerte y divertida, como si aquella situación le gustase, cómo regocijándose en ello.
Entonces la masa de criaturas horrendas prendió el valor y comenzó a abalanzarse contra Gabriel.
Todo oscuridad.
Cuando despertó había vuelto al Reino de los Cielos, una luz blanca y maravillosa le cubría.
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