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No me gusta el teatro




POR ALEX GARCÍA

Fuente: Autismo en Vivo | 25/01/2022

Fotografía: Pixabay.com



En artículos anteriores se ha hablado de la máscara autista, la capacidad y sobre todo necesidad percibida de los Asperger de actuar como si no lo fueran.


Como en todos los ámbitos, la minoría tiene que adaptarse a la mayoría. Pero dicha adaptación conlleva un gran esfuerzo y energía, más allá de la habilidad de cada cual. Las habilidades y los códigos se aprenden con el paso del tiempo, pero la energía que uno debe emplear sigue siendo la misma en la mayoría de los casos.


Sin duda, tener que actuar como un neuro-típico e incluso ser cálido y simpático como está bien visto en nuestra sociedad resulta agotador. Uno va con las pilas fundidas muy frecuentemente, y además también va con el carácter Asperger la integridad y la sinceridad, por lo que nos resulta muy antinatural fingir, por ejemplo, que te cae bien alguien que no te despierta ninguna simpatía. Nos cuesta horrores ser hipócritas. No nos gusta actuar y normalmente se nos da muy val. Es lo más opuesto a nuestros principios, nuestra personalidad y nos faltan las habilidades para acerlo bien.


Es más, aún no diciendo nada, nuestra expresión facial suele comunicar nuestros pensamientos y emociones, por lo que, aunque uno se calle lo que piensa y siente, le cuesta horrores disimularlo, y a la postre resulta igualmente negativo, aunque es de buena educación callarse opiniones negativas o que puedan molestar a los demás.


Al final, uno se va guardando las emociones negativas para sí mismo y ello es fatal para la salud mental. Es necesario soltarlas de alguna forma. Encontrar grupos de apoyo, familiares y amigos con los que uno pueda ser sincero del todo es fundamental. Es básico para la salud mental poder expresar todas las emociones que uno siente. Además, al menos para el momento en que uno se encuentra en la situación comprometida, hay que aprender a gestionar las emociones, puesto que reprimirlas sin más resulta muy desagradable y difícil de disimular.


Además, corre el riesgo de acumular demasiado y acabar explotando, con lo que las consecuencias son aún peores. Una forma de gestionar las emociones in situ es coger aire y respirar fondo, haciendo un breve ejercicio de meditación en el sentido de observar la emoción que uno siente y darle toda la comprensión y compasión hasta que desaparezca. No es fácil, pero merece muchísimo la pena trabajarlo hasta aprender dicha técnica e integrarla en tus pautas de comportamiento. Ello te ayuda a tener una mejor salud mental, a la vez que cansarte mucho menos con la actividad social, y también mejorar las relaciones con los demás.

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