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¿Tiene mi hijo autismo o es un comportamiento 'normal'?




POR ADAM MCCRIMMON

Fuente: Medical Xpress | 09/01/2018

Fotografía: Pixabay



Criar a un hijo suele ser uno de los acontecimientos más desafiantes y alegres de la vida de una persona. Ver a su hijo crecer y desarrollarse es una fuente de placer.


Sin embargo, algunos padres se preocupan cuando su hijo parece desarrollarse de forma diferente a los demás.


A veces, los padres se preocupan por la posibilidad de un trastorno del espectro autista, o TEA.


Como profesora asociada y psicóloga titulada en la Facultad de Educación Werklund de la Universidad de Calgary, estoy especializada en la evaluación diagnóstica del TEA en individuos desde la infancia hasta la edad adulta.


Muchas familias me hablan de su preocupación (o de la de otros) por su hijo y se preguntan por la posibilidad de un TEA.


He descubierto que informar a los padres de los síntomas del TEA puede ayudarles a decidir si sus preocupaciones están justificadas. Además, muchos padres desconocen cómo se caracteriza actualmente el trastorno y, por tanto, les cuesta entender si una evaluación puede beneficiar a su hijo.



Los síntomas individuales son únicos


El TEA es, según la descripción utilizada por la mayoría de los médicos en Norteamérica, un "trastorno del neurodesarrollo", lo que significa que se manifiesta durante el desarrollo temprano del niño y provoca dificultades en su funcionamiento personal, social, académico o laboral.


Los niños con TEA suelen presentar síntomas a los dos o tres años de edad. Sin embargo, muchos muestran signos en una fase más temprana del desarrollo y el TEA puede diagnosticarse de forma fiable en torno a los 18 meses de edad.


Los individuos deben demostrar dificultades en dos ámbitos de funcionamiento: 1) comunicación social y 2) patrones de comportamiento restringidos y/o repetitivos.


Es importante destacar que las personas con TEA se sitúan en un "espectro", lo que significa que pueden experimentar una serie de dificultades en cada ámbito. Esto significa que los síntomas específicos de cada individuo serán únicos.



Problemas de comunicación social


En el ámbito de la comunicación social, los niños pueden mostrar un retraso en el desarrollo del habla, ya sea porque no utilizan palabras sueltas a los 18 meses o porque no utilizan frases de dos o tres palabras a los 33 meses de edad.


Pueden no dirigir la atención de los demás (por ejemplo, señalando o haciendo contacto visual), seguir la indicación de otro o responder a su nombre. A veces carecen de juegos de simulación o tienen una habilidad limitada con ellos.


Otros signos pueden ser un menor interés por jugar con los compañeros, no mostrar o traer objetos a los demás para compartir un interés, sonreír con poca frecuencia a los demás o no gesticular para expresar sus necesidades, por ejemplo, asintiendo con la cabeza o levantando los brazos para que les cojan.


Muchos niños a los que se les diagnostica un TEA no imitan los comportamientos de los demás. Por ejemplo, puede que no devuelvan el saludo a alguien que les saluda. O les cuesta entender el lenguaje de los demás o muestran una gama limitada de expresiones faciales.


A veces utilizan las manos de los demás como herramienta; por ejemplo, utilizan la mano de sus padres para señalar los dibujos de un libro en lugar de señalarlos ellos mismos. Además, pueden hacerse eco de las palabras de los demás en lugar de utilizar su propio lenguaje para expresar sus necesidades o deseos.



Patrones de conducta repetitivos


En cuanto a los patrones de comportamiento restringidos/repetitivos, algunos niños muestran una fuerte preferencia o aversión por los estímulos sensoriales. Por ejemplo, un niño puede anhelar el estímulo visual mirando fijamente un ventilador durante mucho tiempo. O puede sentirse demasiado angustiado por los ruidos típicos del hogar, los cortes de pelo o el hecho de que le toquen.


Los niños suelen apegarse a objetos específicos -como un bloque o un cuaderno que deben llevar consigo-, pero muestran poco interés por los juguetes. Pueden interesarse intensamente por cosas como los pomos de las puertas o los asientos del váter, u obsesionarse con un personaje de dibujos animados o un juguete conocido.


Pueden agitar repetidamente los brazos o las manos, balancearse o girar cuando están excitados. Algunos niños repiten acciones una y otra vez, como encender y apagar un interruptor de la luz. Algunos se centran en pequeñas partes de un objeto (la rueda de un coche de juguete) en lugar de en todo el objeto (el coche).


Otros pueden alinear insistentemente los objetos -como los juguetes o los zapatos de los miembros de la familia- y angustiarse si se mueven los objetos. Pueden ser agresivos con los demás o lesionarse. Suelen anhelar la previsibilidad y tienen dificultades cuando se interrumpen sus rutinas.



La identificación temprana es clave


Es importante señalar que ningún síntoma es necesario o suficiente para el diagnóstico. Sin embargo, un mayor número de síntomas aumenta la posibilidad de un diagnóstico.


Además, muchos niños presentan síntomas que concuerdan con el TEA, pero los superan de forma natural y no reciben un diagnóstico. Los médicos experimentados tienen en cuenta el desarrollo típico del niño a la hora de determinar si el diagnóstico está justificado.


Si le preocupa que su hijo pueda tener un TEA, un primer paso importante es hablar con su médico o pediatra. Autism Canada es un recurso excelente que ofrece información sobre las posibilidades de evaluación e intervención.


La evaluación suele implicar el trabajo conjunto de equipos de profesionales para identificar la adecuación de un niño a los síntomas del TEA y suele incluir la observación del niño en diferentes entornos, entrevistas con los padres y la realización de tareas de evaluación del desarrollo del niño.


La identificación temprana es fundamental. Este reconocimiento permite a los niños y a sus familias acceder a intervenciones y apoyos que tienen su mayor impacto durante la primera infancia.



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