¿Una generación mimada?
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POR ISAAC MARTÍNEZ
Fuente: Autismo vivo | 04/08/2025
Fotografía: Pixabay
Es impresionante la crítica a la juventud española que hace el llamado “Informe Petras”.
Este documento, escrito por el sociólogo James Petras, nos muestra una comparación entre dos juventudes. Una criada en el franquismo y la otra educada en plena democracia. El autor analiza que la generación de personas criadas durante el régimen de Franco tenía muchas más inquietudes e incentivos que la generación de la época actual (en este caso la de la década de los 90, cuando el famoso escrito fue publicado). No solo eso, sino que también tenían conciencia de clase obrera. Se ayudaban los uno a otros. Poseían espíritu de lucha y de sacrificio. Querían cambiar España y convertir el país en un sistema democrático como los países europeos de su entorno (Francia, R.U, Italia, …). No había tanto pasotismo de la política sino todo lo contrario. La gente estaba afiliada a sindicatos, partidos políticos, asociaciones, etc. Tenían ilusión por cambiar las cosas. Sin embargo, la generación posterior a esta, es pasiva, no tienen incentivos ni ninguna ilusión por la política y los asuntos públicos y solo quiere hacer cosas relacionadas con el consumo. Según Petras esta generación está criada entre algodones y por lo tanto es una generación mimada que no está acostumbrada a la lucha ni al esfuerzo como lo era la anterior. Y por lo tanto esta juventud va a vivir peor que sus padres. Sin embargo, tengo que decir que la culpa de todos los problemas que tenemos ahora no es culpa de nosotros por estar “mimados” por nuestros padres. Es cierto que la generación de nuestros abuelos y padres vivieron muchas penurias y había mucho más interés por la política ya que se habían criado bajo un sistema político autoritario y eso les daba incentivos para creer y participar en la política y cambiar las cosas. Pero, tras la llegada al poder del gobierno socialista dirigido por Felipe González, la cosa cambio por completo.
Durante la etapa de González en el gobierno español, los partidos políticos y sindicatos cambiaron radicalmente. Estos empezaron a alejarse del ideal obrerista que siempre habían tenido y se convirtieron en simples organizaciones burguesas ajenas a cualquier ideal o filosofía que mejorara la situación de los trabajadores. Y no solo eso, sino que también al igual que las asociaciones de derechas y conservadoras estos empezaron a tener casos de corrupción. En definitiva, se habían convertido en aliados de la corrupción y de los intereses burgueses. Habían traicionado a los propios trabajadores. Esto provocó un desencantamiento de todas aquellas personas que habían luchado tanto por conseguir que España fuera un país mejor. Produjo un hartazgo hacia la política tanto en hombres como en mujeres. Y no es de extrañar que los casos de corrupción generados por el gobierno del presidente González diera como resultado la apatía y desilusión por la política del país. Pero, lo peor no fue todo esto. Lo más terrible es que a la generación más joven se le trasmitió el pesimismo y la apatía por la política. Por lo tanto, la juventud “criada entre algodones” como califica el Informe Petras no es una generación mimada sino una generación educada en la desafección política por parte de sus padres y abuelos que vieron como el fruto de la lucha contra las injusticias que les toco de niños se convertía en todo lo contrario a lo que imaginaron. Esta juventud, además, se le ha inculcado unos valores consumistas que sus antepasados no los tuvieron. Y si le añadimos que estos chicos y chicas les ha tocado criarse en familias inestables, desestructuradas y con una cantidad de variables que han desincentivado su interés por los asuntos públicos tenemos el cóctel perfecto para que estos se vuelvan pasivos e indiferentes a la realidad que les rodea. Por lo tanto, es una generación desencantada, harta y sin ninguna esperanza de cambiar las cosas. A muchos se nos ha dicho que los políticos son todos iguales. Que la política es una estafa. No te comas la cabeza que nada va a mejorar. Sin embargo, toda esta gente que dice que la participación en la política es un fracaso es la primera que dice que la juventud de hoy día solo sabe gastar, les da importancia a los valores consumistas, no tienen otro interés o proyecto que el de salir y divertirse, pasar de la familia, son egoístas y un largo etcétera de adjetivos negativos. Yo le diría a esa gente que nuestra generación no está ni mucho menos mimada sino desencantada y desanimada con la situación en la que viven. Vemos como en el documento escrito por el sociólogo Petras, los jóvenes entrevistados tienen una opinión negativa de la política. Y no porque no tengan interés en participar en asuntos públicos sino porque son testigos de la incompetencia de la clase política española a la hora de ejercer su labor. Vemos como los más jóvenes ven a los sindicalistas divorciados de la realidad socio-laboral, cercanos a los empresarios y muy lejos de los trabajadores. También hay que añadir que la liberalización de la economía ha incentivado que se pierdan determinados valores de solidaridad obrera y en su lugar aparezca un pensamiento competitivo laboral en cada empresa. Esto significa que los ideales de solidaridad entre los trabajadores desaparecen dando paso a la lucha entre ellos mismos por ser quien mejor desempeña su trabajo en el puesto que ocupa en la empresa. Esto le hace ser egoísta, individualista y narcisista, buscando solamente el bienestar para sí mismo. Esto es una de las causas que le lleva a divorciarse del resto de trabajadores con los que tiene que competir. Ya no son aliados, ni compañeros, sino enemigos. Atrás quedaron esos recuerdos de solidaridad entre obreros, de promesas por construir un mundo mejor, de sacrificio por mejorar la situación de la clase trabajadora en manos de una élite contraria al cambio y a la mejora de la situación laboral.
Esto ha llevado a que la situación económica de hoy se haya vuelto precaria y muy deficiente para los jóvenes que desean la búsqueda de un futuro mejor. El mercado de trabajo actual ha hecho que los hombres y mujeres de hoy no puedan tener una vida digna. Vemos hoy día a gente con problemas para poder independizarse y formar una familia por culpa de la situación que hay con la vivienda. Actualmente existen factores que dificultan que se pueda adquirir una vivienda. Esto ha provocado que los jóvenes se independicen muy tarde e incluso no lo hagan. Pero esta situación de individualismo no solamente ha deteriorado la relación entre los obreros, sino que también ha hecho que las relaciones se vuelvan líquidas. Vemos como hoy día es extraño encontrarse un matrimonio que haya durado tanto. En la actualidad la tasa de divorcios es más alta de lo normal. Ese amor tan perfecto que nos venden en las películas de Hollywood ha sido una de las mayores estafas que hemos conocido. Qué bonito era ver a Gary Cooper, Marlon Brandon, Gregory Peck y otros enamorar a actrices como Esther William, Grace Kelly, Linda Harrison y otras en la gran pantalla. Y como al final de la trama seguían juntos para siempre. Esto nos hacía pensar que el amor era para siempre y que un hombre estaba destinado a estar con una mujer y ser felices para siempre. Pero incluso en los propios actores de Hollywood, esta premisa no se cumplía en la realidad teniendo vidas muy convulsas e incluso toxicas con un final trágico para ellos. Con el triunfo del individualismo, las familias se volvieron más inestables y menos duraderas. Infidelidades, insatisfacción personal, falta de comunicación e incluso la violencia machista son algunos de los factores que han provocado las rupturas matrimoniales. Y es que estas variables han estado siempre presentes en las relaciones de pareja. Lo que pasa ahora es que este tipo de comportamientos ya no son tolerados ni permitidos por la mujer. Cuando las sociedades eran religiosas y tradicionales, no existía el derecho al divorcio como pasa hoy en día. Antes la mujer tenía que soportar muchas injusticias dentro del matrimonio causadas por su marido. Sin embargo, tras la Revolución Francesa y la aparición del laicismo en el año 1905 en Francia, se consolidaron una serie de derechos (divorcio, matrimonio civil, …) que fueron el detonante de que muchas mujeres dejaran atrás determinados comportamientos y se librasen del yugo de las injusticias producidas por sus respectivos maridos. El feminismo tenía ese objetivo, librar a la mujer de las injusticias causadas por los valores de la sociedad tradicional machista. Vemos como conforme pasa el tiempo los matrimonios van durando menos. Pero, si echamos la vista atrás, vemos como matrimonios que han durado toda la vida han estado rotos desde el principio. Antes, no todo el mundo se casaba por amor. Había, incluso, gente que se casaba por dinero, otras para esconder su homosexualidad y un largo etcétera. En definitiva, muchos matrimonios vistos como ejemplares por su eterna duración eran en realidad parejas divorciadas en la realidad. La aparición del individualismo y la sociedad de consumo hizo que todas estas trabas fueron cayendo dando lugar a matrimonios frágiles y efímeros. Muchos países, como Suecia, no solo mucha gente no quiere casarse, sino que quieren estar solos en su día a día. Con la llegada del secularismo a la sociedad europea, los valores ligados a la religión han ido mermando cada vez más. El laicismo y la libertad religiosa han provocado que la sociedad se despoje de determinados hábitos y costumbres propios de las sociedades tradicionales. Esto ha dado lugar a un cierto relativismo en cuestiones éticas y morales que ha hecho que cada persona elija los valores y creencias que desea tener en su vida sin que nadie se lo imponga. Vemos como esto ha fomentado el individualismo en la propia persona ya que esta no depende de nadie a la hora de elegir sus creencias éticas. En definitiva, el laicismo moderno ha hecho que nuestra sociedad sea wertfrei (libre de valores) y no solamente eso, sino que ha sido un elemento fundamental en el colapso de los valores tradicionales y en el desencantamiento en las sociedades modernas. Ha convertido las relaciones sólidas tradicionales en relaciones efímeras y líquidas. En el mundo moderno ya la idea de la amistad no es concebida como lo era antes. Una relación de amigos tampoco dura toda la vida. Vemos como en cada etapa de nuestra vida nos vamos juntando con diferentes personas. Los amigos del colegio no son los mismos que los del instituto. Las relaciones que tenemos de adolescentes no son las mismas que las que tenemos cuando somos adultos. Cuando nos mudamos a vivir a otro sitio las relaciones de amistad cambian por completo. Los amigos del pasado pueden convertirse en nuestros enemigos del futuro y los enemigos del pasado pueden caernos mejor en tiempos posteriores. Ante la desilusión de los jóvenes por la política, la secularización de la sociedad, la competencia en el entorno laboral y la liquidez de las relaciones sociales tanto de pareja como afectivas surge la denominada vida consumista. Esta no es otra cosa que poner el valor del consumismo por encima de cualquier creencia pasada tanto religiosa como ideológica. Vemos como esta nueva “religión” ha enamorado a una juventud vacía de valores éticos y morales y desilusionada con la incompetencia de la clase política actual.
Pero esto no es propio de la juventud. Vemos que estos jóvenes cuando solo eran niños, la ideología consumista ya empezaba a cogerlos por banda. A través de los anuncios de televisión sobre juguetes, videojuegos ropa de marca y demás, el consumismo ideologizó a unos niños inocentes para que fueran y exigieran a sus familiares que les compraran los artículos que anunciaban en la tele. Esto a llevado a que ciertos chicos se hayan vuelto unos auténticos monstruos y adquirieran una actitud centrada solo en tener cosas materiales. Hoy día si no tienes internet ni estas conectado eres un bicho raro. La sociedad de consumo está deshumanizando a la gente. La sociedad de nuestros abuelos al no tener ni televisión ni internet eran más libres y racionales que nosotros. Por eso, en conclusión, digo que la afirmación de que somos una generación “criada entre algodones” es completamente falsa.
Nosotros no somos niñatos mimados por nuestros padres sino personas socializadas por una sociedad de consumo presente en todos los aspectos de nuestra vida, somos víctimas de una clase política nefasta e incompetente que ha provocado desafección y apatía por parte de la juventud hacia la política, somos también personas que no solo se nos ha inculcado el valor del trabajo duro sino la competencia entre trabajadores hasta tal punto de pisarnos entre nosotros destruyendo la solidaridad obrera en un mundo donde las relaciones son cada vez más líquidas.