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Escenas navideñas




POR GABRIEL MARIA PÉREZ

Fuente: Univers Àgatha | 22/12/2023

Fotografía: Pixabay

 

  

En este nuevo artículo vuelvo a hablar del tradicional Pesebre o Belén navideño.

 

 

Tradicionalmente siempre lo montamos en casa en estas fechas señaladas, pese a no ser muy religiosos.

 

Es una tarea entre entrañable, dificultosa y melancólica, ya que me retrotrae a cuando de pequeño mi madre, más que mi padre, montaba un Pesebre con mezcla de figuras de barro muy antiguas y otras más modernas, y lo adornaba con lucecitas o alguna vela que no encendía por precaución.

 

El olor a musgo húmedo se esparcía por algunos rincones de la sala, junto a otros aromas y la inspiración imaginativa de ser niños te sumergía en miles de historias mágicas, inocentes, deliciosas.

 

Por eso me gusta poner nuestro Pesebre cada año. Llegó a ser muy extenso, ahora queda como una pequeña maqueta, con sus clásicas figuritas, el fondo azulado, el río, etc.

 

Claro, no pueden faltar los Reyes Magos con sus camellitos, siempre al lado opuesto del tablero, para ir avanzando poco a poco hasta llegar al portal el seis de enero, cosas de tradiciones ancestrales.

 

A Àgatha, mi chica con autismo, le alteraba enormemente ese cambio temporal en casa de pequeñita. Saltaba, gritaba, no dormía durante los primeros días, y nos sacaba de quicio por nuestra incomprensión con su actitud.

 

Las personas con autismo, sobre todo en su etapa infantil, presentan mucha resistencia a los cambios. Hasta hace poco se consideraba que debían vivir sometidos a rigurosas y estrictas rutinas para mejorar su calidad de vida, pero no es del todo correcto. Como todas las personas neurotípicas, también deben aprender o ser ayudados por terceros para canalizar sus reacciones con esos cambios repentinos.

 

Con el paso de los años parece que mi hija no se siente tan alterada, ni mucho menos, aunque cada año hay algún tipo de desbarajuste en el Pesebre atribuido a ella o, en algunos casos, a nuestra rellenita gata Ivy, por su curiosidad instintiva.

 

Tras unos pocos días montado, cada mañana observo de pasada, antes de salir al trabajo, que no haya habido algún tipo de destrozo, pero no, todo bien: increíble.

 

Ayer, tras haberme tomado ese imprescidible primer café con leche de primera hora de la mañana, fui a ver el Belén, no observé ninguna alteración, parecía todo en su sitio, giré la vista, vi la puerta abierta de la habitación de Àgatha y decidí ir a ver si estaba destapada, como casi siempre.

 

Al entrar di un puntapié a algo que se desplazó rebotando por el suelo, ¡clinc, clinc, clin, clinc!

 

Era uno de los camellos de los Reyes Magos.

  




¡FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS!

 

Nos vemos en unos días.

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