POR GABRIEL MARIA PÉREZ
Fuente: Univers Àgatha / 27/12/2020, Barcelona
Fotografía: Pixabay
Gabriel nos narra lo complicado que puede resultar la tradición navideña cuando se tiene una hija autista e hipersensible.
Abeto, pesebre, luces intermitentes de múltiples colores, nieve artificial, personajes rojos con barba blanca que cuelgan de los abetos u objetos de casa, música repetitiva...
Estamos en plenas fiestas navideñas.
Unas fiestas que este año, debido a la pandemia del Covid19, no va a ser igual que otros años: comidas en casa con poca gente, menos contacto, mucho internet, falta de ese calor de la reunión familiar que a veces solo sucede una vez al año...
Pero continuarán siendo las fiestas de invierno que justo acaba de empezar.
Los coles hacen vacaciones más o menos largas.
Muchos trabajadores también de vacaciones.
Abeto, pesebre, luces intermitentes de múltiples colores, nieve artificial, personajes rojos con barba blanca que cuelgan de los abetos u objetos de casa, música repetitiva...
Pero hay unas personas especiales que no acaban de entender, se hiper-excitan, se alteran, se autolesionan (algunos), se aislan...
Año tras año la misma historia.
Comienzan vacaciones y ya significa un cambio para ellos.
Ven que aparecen esas figutritas, ese arbolito, esas canciones casi siempre cantadas por coros de niños, que mamá y papá están más tiempo de lo normal en casa, que se acuestan por la noche y se despiertan por la mañana más tarde.
Y como no lo entienden se hiper-excitan, se alteran, se autolesionan (algunos), se aislan...
Normalmente pasan unos días y se calman, vuelven a dormir, se relajan, vuelven a sonreír, dejan de morderse o autolesionarse, vuelven a recuperar su brillante mirada.
Abeto, pesebre, luces intermitentes de múltiples colores, nieve artificial, personajes rojos con barba blanca que cuelgan de los abetos u objetos de casa, música repetitiva...
Es una muestra más de la inocencia de estos seres tan maravillosos, tan azules, tan tiernos, tan limpios de espíritu
¿Sabes Àgatha? Hoy he pensado que te contaré un cuento de Navidad o te cantaré alguna cancioncita, y te prometo que lo haré muy muy flojito, para no quebrantar tu extrema sensibilidad.
“Derechos reservados”
Gabriel Maria Pérez
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