
POR RAFAEL PEREZ
Fuente: Autismo en Vivo | 25/12/2021
Fotografía: Pixabay.com
Muy a menudo pienso, a raíz de todo el sufrimiento que me lleva la vida, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? La verdad es que no he hallado una respuesta convincente…
Ser Asperger es prácticamente un “seguro” de vida dura a nivel psicológico y emocional. Se recibe más negatividad que positividad, incluso de muchos que te quieren, o esto dicen. Simplemente su forma de ser y entender las cosas es a menudo demasiado distinta y hay difícil complementariedad.
Durante muchos años, antes de saber que era Asperger, habiendo sufrido dependencias tóxicas hasta los 33 años, pensé que tenía mala suerte y que más adelante todo iría mejor. Había margen de optimismo, propio de la juventud y la energía de esta edad. Llega un momento en que piensas que ya has sufrido bastante, y ¿para qué?
Cierto que el sufrimiento es propio de quienes tienen que superar barreras, y es camino de crecimiento personal, de madurez. Pero más allá de dicho sufrimiento, uno necesita que la vida le dé también satisfacciones, en la medida que se superen dichos obstáculos y se hagan las cosas bien hechas. Pero en mi caso no. El sufrimiento y la frustración son continuos, y el cansancio psicológico, ya excesivo. Ahí llega la depresión, cuando la desesperanza empieza a hacer mella en ti.
Mejor no esperes que ningún médico encuentre la solución a tu depresión, aunque en algunos casos sí pueda ser. La solución pasa por sanar traumas emocionales, cortar relaciones tóxicas, hacer cosas que te llenen, rodearte de personas positivas y encontrarle un nuevo sentido en la vida, idealmente un propósito. Ahí es nada.
En cualquier caso, desde la depresión el futuro se vé negro, y más sabiendo que eres Asperger y que dichas limitaciones te hacen más difícil disfrutar la vida como ves que la disfrutan los demás, aunque no imposible, por suerte. En mi caso, me puedo considerar un afortunado respecto la mayoría de los Asperger, por haber cursado estudios superiores y haber desarrollado una carrera profesional configurando un CV interesante y también una vida llena de experiencias muy enriquecedoras.
Sin embargo, todo va acompañado de cierta o mucha negatividad continuamente, lo que inevitablemente deja un mal sabor de boca y llega un momento en que te quita las ganas de seguir luchando. Es difícil visualizar o creer que esto pueda llegar a cambiar en el futuro, aunque realmente sí sea posible. En este punto, la religión me está ayudando a encontrarle un sentido trascendente, aunque “el cielo queda muy lejos aún…”.
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