POR FELIX SANCHEZ
Fuente: Autismo en vivo | 10/04/2021, Barcelona
Fotografía: Pixabay
La rigidez es una de las debilidades típicas de los Asperger y, por ende, un aspecto en el que conviene trabajar para el bien del propio Asperger y también para quienes conviven con él o ella. Aprender a ser más flexible, al menos en varios aspectos, es un reto necesario a afrontar.
Primero de todo hay que reconocer que en varios casos la rigidez es un valor positivo, en la medida que va asociado a la integridad y en algunos trabajos el rigor es también una cualidad escasa y altamente valorada. Como ya se ha explicado en varios artículos, ello va estrechamente asociado a la cultura y mentalidad del lugar en el que uno vive, siendo las culturas latinas, entre otras, las menos adecuadas para las actitudes rígidas e inflexibles.
El proceso de adaptación de la rigidez hacia la flexibilidad no es nada fácil, en la medida que uno cree que dicha rigidez va asociada a valores positivos como la integridad, el trabajo bien hecho, la sinceridad, el rigor y también la libertad de hacer lo que a uno le gusta en lugar de tener que aceptar algo que no le gusta sin que necesariamente conlleve un beneficio claro y relevante. La rigidez es por lo tanto legítima y en algún caso positiva, como ya se ha dicho.
Sin embargo, en la medida que necesitamos convivir y colaborar con los demás, no queda otra que adaptarse hasta cierto punto a las formas de funcionar de nuestro entorno, y aprender a relativizar aquellos valores que tendemos a valorar como absolutos e innegociables, con los que nos sentimos a gusto siendo inflexibles. Ello va también asociado al perfil de personalidad idealista o perfeccionista, como ya se vio en el artículo sobre el “Eneagrama y su tipo 1”.
Para empezar, es necesario poner sobre la mesa todos los casos en los que se nos plantea el dilema de la flexibilidad, para ver la trascendencia que tiene cada valor en base al cual vamos a tomar la decisión en relación a su impacto hacia uno mismo y los demás. Hay que preguntarse cuan grave resulta ser rebajar el nivel de exigencia o rigidez y hasta qué punto, para cada tipo de decisión y situación. Es necesario también estimar los costes de seguir siendo inflexibles, que también pueden y suelen ser altos, según el entorno en el que nos encontremos.
Es lo más inteligente sopesar las ventajas e inconvenientes de cada decisión, más allá de lo que intrínsicamente creemos que es lo más correcto, consideración siempre importante. La clave es valorar en qué se perjudica a quién si bajamos el nivel de rigidez, y veremos que en muchos casos no hay para tanto, más aún teniendo en cuenta lo bien que reciben los demás cierta rebaja en el nivel de exigencia y los beneficios que nos puede conllevar a corto o largo plazo.
Sin duda, uno puede y debe decidir dónde están las líneas rojas en cada tema, a partir de las cuales no hay flexibilidad posible, o cuanto menos no deseamos que la haya. Es asimismo muy conveniente explicar el porqué de tu posición y escuchar los razonamientos del otro, para evitar malos entendidos y evitar basarse en intuiciones equivocadas. Cuanta más información se intercambia más posible resulta encontrar soluciones óptimas para las partes. En este punto, los Asperger fallan más que los neuro-típicos.
Es importante y enriquecedor aprender a entender los puntos de vista de los demás, en la medida que los Asperger tenemos a veces dificultad en entender los comportamientos de los neuro-típicos. Por ello, hay que tener una actitud abierta y de escucha activa.
Ser flexible es en muchos casos ser razonable, más que transgredir valores fundamentales. La razonabilidad es lo que hace que las cosas sean posibles para todos aquéllos (la mayoría) que no pueden alcanzar nuestro nivel de exigencia, y nosotros también lo agradecemos a los demás cuando necesitamos de su flexibilidad para conseguir lo que queremos.
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