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En busca de subtipos "sociales" de autismo




POR MIRKO ULJAREVIĆ, THOMAS FRAZIER

Fuente: Spectrum / 21/07/2020

Ilustración: Michela Buttignol

Las dificultades sociales se han considerado una característica definitoria del autismo desde que Leo Kanner publicó las primeras descripciones clínicas de la condición en 1943. Sin embargo, las personas con autismo pueden mostrar una sorprendente variabilidad en la función social: algunos carecen de interés social y conciencia de otras personas y tienen una capacidad limitada para comunicarse. Otros están muy interesados en formar lazos sociales y comunican fácilmente sus necesidades, pensamientos y emociones.

Dadas estas diferencias, no todas las personas con autismo tienen las mismas necesidades de intervención, y los diferentes apoyos son más o menos eficaces según el patrón específico de fortalezas y limitaciones sociales de la persona.

A pesar de la clara necesidad de comprender mejor las diferencias en las aptitudes sociales en el autismo, ha habido sorprendentemente pocos intentos de identificar grupos de personas autistas con perfiles similares de fortalezas y vulnerabilidades. Los estudios anteriores, aunque informativos, se han centrado principalmente en conductas y características particulares, sin considerar otros aspectos importantes del funcionamiento social (1,2,3).

Navegar por el mundo social requiere una serie de habilidades básicas que, si se ven afectadas, pueden crear las dificultades sociales que vemos en las personas con autismo. Estas habilidades incluyen la motivación social, o el deseo de interactuar y afiliarse con otros; la comunicación social, o la capacidad de transmitir información social y emocional a otros a través de diversos medios, como el contacto visual, la expresión facial, los gestos, el lenguaje corporal y el tono de voz; y el reconocimiento social, o la capacidad de percibir e interpretar la información comunicada por otras personas.

Los investigadores y los clínicos disponen de varios instrumentos excelentes para diagnosticar el autismo y medir su gravedad general, pero para comprender mejor los puntos fuertes y las áreas de necesidad de una persona autista, también deben ser capaces de medir las aptitudes sociales esenciales. Desarrollamos la Escala de Dimensiones Sociales de Stanford (SSDS) específicamente para este propósito.

Diseñamos la SSDS a través de una exhaustiva revisión de la literatura y en consulta con expertos en autismo y clínicos, y hemos demostrado que es válida y permite una evaluación exhaustiva de diferentes aspectos de la motivación social, la comunicación social y el reconocimiento social (4). Creemos que este trabajo representa un paso importante para descubrir los orígenes de las dificultades sociales en el autismo y para informar sobre los planes de intervención personalizada y de manejo de casos para las personas autistas. También creemos que este trabajo tiene el potencial de ser útil e informativo para comprender el funcionamiento social en otras condiciones de desarrollo neurológico y neuropsiquiátricas.

Perfiles sociales

Utilizamos el SSDS en un estudio de 164 niños y adolescentes autistas de entre 2 y 17 años. Los padres de estos niños completaron el cuestionario y varias otras medidas de los rasgos de autismo de su hijo, los niveles de ansiedad y los problemas de comportamiento. Utilizando un enfoque basado en datos, clasificamos a los participantes según sus puntuaciones en dominios específicos de la SSDS, revelando cinco subgrupos distintos (5).

Los subgrupos que identificamos podrían ser útiles para los clínicos que escogen tratamientos. Por ejemplo, un subgrupo de personas autistas mostró fortalezas en el reconocimiento social y la motivación, pero una debilidad en la comunicación expresiva. Este subgrupo también experimentó altos niveles de ansiedad. Estas personas podrían beneficiarse de intervenciones dirigidas específicamente a mejorar las habilidades de comunicación social y a reducir la ansiedad. Un segundo subgrupo mostró fortalezas relativas en todos los dominios, excepto en el reconocimiento social, que podría ser un área de enfoque en sus tratamientos.

Además de los beneficios clínicos, el estudio de grupos de personas autistas con perfiles sociales similares podría aumentar la capacidad de los investigadores para detectar los mecanismos neurobiológicos subyacentes a rasgos autistas particulares. Es posible, si no probable, que aspectos específicos de la motivación social muestren mecanismos distintos entre sí y de los procesos de comunicación social.

Aunque prometedores, nuestros hallazgos son preliminares. Planeamos llevar a cabo estudios que podrían proporcionar una validación más fuerte de la SSDS y normas más precisas, para poder identificar mejor los patrones dentro de los individuos en relación con sus compañeros típicos y otras personas con autismo. Los estudios futuros también necesitarán validar la SSDS usando un rango más amplio de evaluaciones, incluyendo medidas más objetivas como el seguimiento ocular. Estos estudios también necesitarán seguir a los jóvenes de diferentes subgrupos a lo largo del tiempo para captar las trayectorias a largo plazo del comportamiento social. A nivel de investigación básica, será importante comprobar si los subgrupos que hemos identificado muestran diferencias en la neurobiología y responden a intervenciones específicas.

La EDS también podría utilizarse en personas con otras condiciones de desarrollo neurológico para comprender mejor sus perfiles sociales. Dado que la mayoría de las personas del espectro mostrarán problemas en la mayoría de los dominios del funcionamiento social, los subgrupos que identificamos podrían no aplicarse a personas con otras condiciones. Este enfoque se alinea con las vistas dimensionales de las condiciones del neurodesarrollo, como los Criterios de Dominio de Investigación propuestos por el Instituto Nacional de Salud Mental (6). Centrarse en los rasgos sobre los criterios de diagnóstico es muy prometedor para el desarrollo de la medicina de precisión.

Mirko Uljarević es investigador principal de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Melbourne en Victoria (Australia). Thomas W. Frazier es profesor de psicología en la Universidad John Carroll en University Heights, Ohio.

REFERENCIAS

1. Wing L. y J. Gould J. Autism Dev. Desorden. 9, 11-29 (1979) PubMed.

2. Livingston L.A. y otros. J. Child Psychol. Psychiatry 60, 102-110 (2019) PubMed.

3. Kang E. et al. J. Clin. Child Adolescent. Psychol. 49, 251-263 (2020) PubMed.

4. Phillips J.M. y otros. Mol. Autismo 10, 48 (2019) PubMed.

5. Uljarević M. et al. Autism Res. Epub ahead of print (2020) PubMed.

6. Insel T. et al. Am. J. Psychiatry 167, 748-751 (2010) PubMed.

TAGS: autismo, intervenciones conductuales, lenguaje, déficits sociales, recompensa social, tratamientos


Mirko Uljarević

Investigador principal, Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Melbourne en Victoria (Australia)


Thomas Frazier

Profesor de psicología, Universidad John Carroll en University Heights, Ohio


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