La calma de Àgatha

POR GABRIEL MARIA PÉREZ

Fuente: Univers Àgatha | 07/05/2023

Fotografía: Univers Àgatha

Me sorprende mi hija, probablemente se deba a los misterios intrínsecos a su autismo severo diagnosticado con una alta discapacidad.

Pero me sorprenden estos cambios de estado.

Desde el más eléctrico, agitado, nervioso, con insomnio, sin pausas y ojos oscuros, apagados, a esa sonrisa deslumbrante o a la calma absoluta que tiene desde hace ya varios días.

Todos estos estados son contagiosos para quienes convivimos con ella.

Es la pregunta de siempre, ¿Qué estará pasando por su cerebro? ¿Por qué tiene estos cambios tan bruscos? ¿Cómo sentirá realmente la música, el frío, el sentimiento de estima hacia sus familiares o conocidos?

La verdad es que esto es una maravilla y, a la vez, un constante hacerse estas preguntas y muchas más.

Y es que Àgatha no habla, pero expresa, tanto corporalmente como con su mirada, su sonrisa, su tensión o destensión.

A veces, con las cucharillas de juguete que le atamos suavemente a su muñeca derecha, está constantemente haciendo malabarismos, repiqueteando.

Otras veces ni las mueve y camina silenciosamente entre la oscuridad del pasillo hacia el recibidor de casa.

Algunas veces hace sonidos guturales sin parar.

Otras, el silencio más absoluto.

Enigmas.

En estos momentos, con esta gran calma, la abrazo, le doy besos dulces en las mejillas, la acaricio y se deja, una actitud que a muchos chicos con trastorno de autismo les molesta.

Y a la hora de comer se va directa a la cocina a esperar, también a oscuras, entonces llegamos su mamá o yo, encendemos la luz y, tras un pequeño sobresalto, nos la quedamos mirando y le preguntamos si tiene hambre.

Ella balbucea un “¡Eeeee!” instintivo, seguro que nos está diciendo que tiene hambre.

Será estupendo que esta calma perdure días y días, porque realmente es muy reconfortante.

Me voy a jugar un poquito con ella o tocaré la guitarra y le cantaré algunas canciones, ella sé que me lo agradecerá con una mirada cómplice y..., ojalá me regale una de sus lustrosas sonrisas.