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La sanidad británica investiga la relación entre un fármaco para la epilepsia y el autismo


Equilibrio: La exposición prenatal a los medicamentos anticonvulsivos debe sopesarse con el peligro de las convulsiones./ Cortesía de SDI Productions / iStock



POR PETER HESS

Fuente: Spectrum | 30/08/2022

Fotografía: SDI Productions / iStock



La Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios británica está investigando la seguridad de la exposición prenatal a un medicamento anticonvulsivo llamado topiramato


La Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido (MHRA, por sus siglas en inglés) está investigando la seguridad de la exposición prenatal a un medicamento anticonvulsivo llamado topiramato, después de que un estudio publicado en mayo mostrara que éste triplica aproximadamente la probabilidad de que un niño tenga autismo o discapacidad intelectual.


Ya se sabe que otro medicamento anticonvulsivo, llamado valproato, contribuye al autismo; en 2018, la Agencia Europea del Medicamento prohibió parcialmente el uso de valproato durante el embarazo. También recomienda no tomar topiramato para controlar las migrañas durante el embarazo, pero no aconseja dejar la medicación durante el embarazo si se usa para controlar las convulsiones.


Varias agencias sanitarias, como la MHRA y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA), aconsejan a las mujeres que toman el fármaco que utilicen métodos anticonceptivos eficaces y que eviten quedarse embarazadas, ya que aumenta el riesgo de bajo peso al nacer y de paladar hendido o labio leporino en sus hijos. Las mujeres embarazadas deben tomar topiramato "sólo si el beneficio potencial supera el riesgo potencial", según una advertencia de la FDA.


La MHRA puso en marcha el mes pasado su nueva revisión de los datos de seguridad disponibles del medicamento para determinar si son necesarias nuevas regulaciones. También tiene previsto invitar a grupos de pacientes, profesionales de la salud, organizaciones sin ánimo de lucro y otras partes interesadas a participar en el proceso, que se espera que concluya en octubre.


"Es tranquilizador que la MHRA vaya a realizar una revisión de la seguridad y que el proceso se haya iniciado tan pronto después de la publicación de nuestro estudio", afirma Marte-Helene Bjørk, profesora asociada de medicina clínica en la Universidad de Bergen (Noruega), que dirigió el estudio poblacional pero no participa en la investigación. "El gobierno debería garantizar que se investigue para aclarar qué opciones pueden usarse de forma segura y cuáles no, y también financiar la investigación destinada a comprender los mecanismos que subyacen a los efectos nocivos para encontrar soluciones más seguras".


La revisión es prudente, pero podría tener consecuencias no deseadas, afirma Brian Lee, profesor asociado de epidemiología y bioestadística de la Universidad de Drexel, en Filadelfia (Pensilvania). Lee no participó en el estudio ni en la investigación.


"Oír hablar de esta revisión de seguridad puede hacer que las mujeres dejen de tomar la medicación, y se sabe que la epilepsia en sí misma presenta riesgos tanto para la madre como para el feto", afirma Lee. Si la investigación confirma los resultados del estudio, es posible que la orientación general de la MHRA no cambie significativamente, pero dará a las personas con epilepsia y a sus médicos más información a la hora de decidir cómo equilibrar el tratamiento de las convulsiones con la exposición a la medicación prenatal, añade.


La MHRA no había respondido a las preguntas de Spectrum al cierre de esta edición.


Las condiciones neurológicas, incluyendo la epilepsia y el accidente cerebrovascular, fueron la segunda causa más común de muerte materna en el Reino Unido de 2017 a 2019, afectando a 33 mujeres embarazadas durante ese período, según un estudio de 2021.


Y la pérdida de oxígeno -o el traumatismo físico de un accidente- durante una convulsión puede dañar al feto en desarrollo, dice Bjørk. "Por mucho que me preocupe la gravedad de nuestros hallazgos, me preocupa la falta de opciones para las mujeres que necesitan una prevención eficaz de las convulsiones".


El estudio de Bjørk, publicado en JAMA Neurology, utilizó datos de registros de salud pública en Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia para rastrear los resultados de alrededor de 4,5 millones de personas nacidas entre 1996 y 2017.


Entre los niños cuyas madres tomaron topiramato para controlar su epilepsia durante el embarazo, el 4,3 por ciento fueron diagnosticados con autismo y el 3,1 por ciento fueron diagnosticados con discapacidad intelectual a la edad de 8 años, encontró el estudio. En comparación, entre las mujeres epilépticas que no tomaron medicamentos anticonvulsivos durante el embarazo, el 1,5 por ciento y el 0,8 por ciento fueron diagnosticados con autismo o discapacidad intelectual, respectivamente.


En dosis típicas, no se sabe que otros medicamentos anticonvulsivos, como la lamotrigina y el levetiracetam, tengan efectos significativos sobre el feto en desarrollo, afirma Kimford Meador, profesor de neurología y ciencias neurológicas de la Universidad de Stanford (California), que no participó en el estudio ni en la investigación de la MHRA.


Pero cuando un médico cambia a un paciente de un medicamento a otro o ajusta las dosis para controlar mejor las convulsiones, puede estar "volando a ciegas" en cuanto a los efectos del fármaco sobre el feto en desarrollo, dice. "Es un difícil acto de equilibrio".


Cite este artículo: https://doi.org/10.53053/KYQZ6841





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