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Mara Parellada: «La crianza es tremendamente importante, pero no es causal, no provoca autismo»

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Mara Parellada es una psiquiatra de reputación internacional, especialista en el Trastorno del Espectro Autista (TEA)



POR UXÍA RODRIGUEZ

Fuente: La Voz de Galicia | 13/02/2023

Fotografía: La Voz de Galicia



La psiquiatra resalta los grandes avances en el conocimiento de las causas y la importancia de la detección precoz


Entre los varios mitos del autismo, está la creencia que la crianza puede ser una de las causas. Nada más lejos de la realidad. Sin embargo, sí es cierto que la detección temprana y el tratamiento adecuado desde la niñez son determinantes en el neurodesarrollo del niño.


El trastorno del espectro del autismo (TEA) es una condición de origen neurobiológico que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral. 1 de cada 100 personas en España lo presenta y, aunque tienen unas características comunes, cada persona con TEA es diferente. Mara Parellada es una de las principales expertas en nuestro país sobre el autismo. Se especializó en Psiquiatría del Niño y del Adolescente en el Institute of Psychiatry de Londres; es creadora y coordinadora en el Hospital Gregorio Marañón de AMITEA, servicio de atención médica integral del trastorno del espectro autista y , actualmente, preside la Comisión Nacional de la Especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia.


—Lleva muchos años estudiando el trastorno del espectro autista, a rasgos generales, ¿cuáles han sido los grandes cambios?

—Los grandes cambios han tenido que ver con el mayor conocimiento que hay sobre las causas, sobre todo, de los aspectos genéticos.


—En cuanto a las causas, hemos pasado de atribuir los casos incluso a un tipo de crianza y las relaciones tempranas, a buscar el origen en la neurobiología.

—Tenemos claro que el problema en el trastorno del espectro autista es un problema del desarrollo neurobiológico. El desarrollo del sistema nervioso central sigue en estos casos un recorrido que no es el típico. Lo que se está identificando cada vez más es, específicamente, qué genes son los responsables. Cuando no tienen una codificación adecuada producen unos daños que, en consecuencia, producen autismo. Esto no quiere decir que haya un gen concreto para el autismo en general, si no que se están conociendo los cientos o miles de genes que son responsables del sistema nervioso central en aquellas funciones que tienen que ver con la comunicación y todo lo que está relacionado con el autismo. Vemos que, en algunos casos, hay genes muy importantes en los que su alteración produce autismo y, en otros casos, son un conjunto de genes.


—¿Qué porcentaje de casos de TEA se asocian ahora mismo a causas genéticas?

—Hay un 20-25 % de los casos en los que se consigue identificar un gen especialmente importante y que podemos decir que causa el autismo en esa persona concreta. A nivel individual, hay casos en los que un gen es responsable del 100 % del autismo, mientras que hay otros en los que son un conjunto los responsables de ese desvío en la trayectoria del desarrollo.


—En resumen, ¿cuántos casos de autismo se pueden relacionar con causas genéticas?

—Todos los podemos relacionar con causas genética, lo que pasa que hay un 20-25 % en los que hablamos de un solo gen. Ahí es cuando decimos, en esta persona concreta la causa es este gen alterado. En muchos otros, hablamos de ese conjunto de genes que, en este momento, no podemos identificar para cada uno.


—¿La crianza puede afectar en el TEA?

—La crianza afecta muchísimo al desarrollo personal, afecta en todos los casos en cuanto a calidad de vida, pronóstico, en cuanto al clima familiar para favorecer el mejor desarrollo posible de esa persona. La crianza es tremendamente importante, pero no es causal, no provoca autismo. Para que la crianza pueda producir un trastorno tan grave en el neurodesarrollo tiene que ser una negligencia bestial durante mucho tiempo. En condiciones normales, la crianza y la intervención temprana tienen un papel absolutamente fundamental para que un niño, con las posibilidades biológicas que tenga, no desarrolle comorbilidades, que hay muchísimas como depresión, déficit de atención… Minimizar todo esto sí que puede depender de la crianza y de los tratamientos tempranos adecuados. Ahí es dónde nos tenemos que empeñar en la mejor calidad de vida posible.


—¿Cuáles son las principales señales de alarma?

—El autismo se define como dificultades en la comunicación social, tanto verbal como no verbal, esa dificultad para conectar con el entorno social; y por una serie de comportamientos, como rigidez, movimientos extraños o intereses peculiares. Tenemos una serie de criterios, de forma que uno tiene que cumplir suficientes características y que sea disfuncional para considerarse un trastorno. Los signos de alarma tempranos más importantes tienen que ver con esto, con detectar alteraciones en la comunicación y en los comportamientos de los niños lo más pronto posible. Por ejemplo, que un niño no se comunique con un año es preocupante. No tienen que ser palabras, pero se tiene que comunicar con gestos, con la mirada, señalar… Las personas, desde muy pequeñas, se comunican con el entorno. Es decir, en cada momento del desarrollo, tiene que estar ahí esa comunicación eficaz. Desde las seis semanas ya reaccionan a las sonrisas. Luego, si un niño tiene movimientos extraños, que no son funcionales, se interesa solo por detalles en los objetos y no por el objeto entero en sí… Todo son señales.


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