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Nuevas terapias para la comprensión y tratamiento de los trastornos alimentarios




POR JOSHUA GORDON

Fuente: NIH / 23/02/2021

Fotografía: Pixabay



De los mecanismos cerebrales a las nuevas terapias: la comprensión y el tratamiento de los trastornos alimentarios.


Millones de estadounidenses padecen trastornos alimentarios, enfermedades graves y a veces mortales que provocan graves alteraciones en la conducta alimentaria de la persona. Las consecuencias conductuales y fisiológicas de estas enfermedades pueden dar lugar a importantes comorbilidades, y la muerte por consecuencias médicas o por suicidio son demasiado frecuentes.


Al entrar en la Semana Nacional de Concienciación sobre los Trastornos Alimenticios, quería aprovechar la oportunidad para ofrecer una actualización sobre la investigación financiada por el NIMH destinada a disminuir los impactos de los trastornos alimenticios.



Optimización y mejora de los tratamientos existentes


Las intervenciones psicosociales, como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia familiar, son los pilares del tratamiento para las personas con trastornos alimentarios. Para algunos, los medicamentos ansiolíticos y antidepresivos también desempeñan un papel en el manejo de la enfermedad. Aunque estos tratamientos pueden ser útiles, no todo el mundo se beneficia por igual incluso de los mejores tratamientos. Por esta razón, un área de interés para el NIMH es la investigación destinada a mejorar la eficacia y la disponibilidad de los tratamientos existentes.


La TCC, por ejemplo, funciona enseñando a las personas con trastornos alimentarios a reconocer y describir sus conductas relacionadas con la comida, a examinar sus motivaciones cognitivas y emocionales subyacentes y a desarrollar estrategias para reducir estas motivaciones y contrarrestar los patrones alimentarios inadaptados. Sin embargo, la TCC puede ser difícil de impartir y llegar a los individuos con trastornos alimentarios en tratamiento, especialmente a los adolescentes, también puede ser difícil.


Una posible solución es aprovechar la tecnología para atraer a las personas al tratamiento. Tres investigadores de la Universidad de Washington, en San Luis, que alberga un centro de investigación de trastornos alimentarios, están trabajando intensamente en este campo. La investigadora Ellen Fitzsimmons-Craft, doctora en ciencias, está desarrollando y probando un agente conversacional optimizado, o "Chatbot", para facilitar el uso de los servicios de salud mental a las personas con trastornos alimentarios. En otro proyecto, Patricia Cavazos-Rehg, Ph.D., y Denise Wilfley, Ph.D., están aprovechando los medios sociales para identificar y conectar a los adolescentes que tienen trastornos alimentarios con una intervención de salud móvil personalizada y de bajo coste para apoyar y motivar la recuperación. La Dra. Wilfley también está probando un enfoque similar en jóvenes de edad universitaria, que abarca una población especialmente vulnerable.


Otros esfuerzos están aprovechando lo que sabemos sobre cómo el cerebro controla el comportamiento para basarse en los tratamientos existentes con el fin de ayudar a más personas con trastornos alimentarios. Un enfoque, estudiado por la doctora Stephanie Manasse, de la Universidad de Drexel, aprovecha las capacidades naturales del cerebro para inhibir el comportamiento habitual, el llamado sistema de control inhibitorio. La Dra. Manasse está desarrollando y probando una adaptación específica de la TCC para personas con trastorno por atracón, con el fin de comprobar si la mejora del control inhibitorio ayuda a reducir la frecuencia de los atracones. Otro enfoque, iniciado por la doctora Claire Aarnio-Peterson, del Hospital Infantil de Cincinnati, aborda la importancia de involucrar a las familias en el tratamiento de los adolescentes con anorexia nerviosa. La Dra. Aarnio-Peterson está estudiando la eficacia de una terapia familiar destinada a dotar a los padres de las habilidades necesarias para apoyar eficazmente a su hijo durante el proceso de tratamiento. Con estos estudios, los investigadores esperan ampliar el alcance y la eficacia de las terapias actuales.



De los mecanismos cerebrales a las nuevas terapias


La investigación de los trastornos alimentarios también se está beneficiando de los avances de la neurociencia y de la comprensión de las relaciones entre el cerebro y el comportamiento. Una serie de estudios apoyados en los últimos años ha empezado a cambiar nuestra forma de pensar sobre los trastornos alimentarios y, potencialmente, de tratarlos. Al estudiar el mecanismo neural de la elección de alimentos, un grupo de investigadores -entre los que se encontraban la doctora Joanna Steinglass, el doctor B. Timothy Walsh y la doctora Daphna Shohamy, de la Universidad de Columbia- demostraron que los individuos con anorexia presentaban diferencias en la actividad del estriado y el córtex prefrontal que explicaban sus decisiones de evitar los alimentos ricos en grasas y que estas diferencias se correlacionaban con sus conductas alimentarias restrictivas. Por la misma época, el doctor Guido Frank y sus colegas de la Universidad de California, en San Diego, mostraron diferencias en las señales estriatales relacionadas con la recompensa en un estudio separado de individuos con anorexia.



¿Qué tienen en común estos dos estudios financiados por el NIMH?


Las señales de recompensa en el estriado enseñan al sistema de toma de decisiones basado en el estriado cómo elegir entre las opciones disponibles, incluidas las opciones de comida. Los cambios en el funcionamiento de estas señales de recompensa (como los descubiertos por el Dr. Frank) podrían hacer que el cuerpo estriado cambie su respuesta a los alimentos (como demostró el grupo de Columbia), desencadenando los comportamientos desadaptativos de evitación de la comida que se observan en la anorexia.


Este trabajo de neurociencia sienta las bases de nuevos enfoques para el tratamiento de la anorexia. Otras investigaciones financiadas por el NIMH han demostrado que las señales de recompensa del estriado están mediadas por el neurotransmisor dopamina. En consecuencia, el Dr. Frank está estudiando el potencial de los fármacos que alteran la señalización de la dopamina como forma de revertir los comportamientos asociados a la anorexia nerviosa. Ya ha publicado datos preliminares muy prometedores sobre la eficacia de un bloqueador de los receptores de la dopamina actualmente disponible en personas con anorexia nerviosa. Mientras tanto, el Dr. Steinglass y el Dr. Jonathan Posner, también de la Universidad de Columbia, están estudiando el curso temporal de la disfunción estriatal en la anorexia con el objetivo de desarrollar tratamientos conductuales que se dirijan a fases específicas de la enfermedad, previniendo o revirtiendo los comportamientos de elección de alimentos inadaptados.


La carga de los trastornos alimentarios es considerable para los pacientes, las familias y los seres queridos. En el NIMH, apoyamos estos y otros estudios con el objetivo de reducir esta carga y llevar esperanza a los muchos que la soportan.



Referencias


  1. DeGuzman, M., Shott, M. E., Yang, T. T., Riederer, J., & Frank, G. (2017). Association of elevated reward prediction error response with weight gain in adolescent anorexia nervosa. The American Journal of Psychiatry, 174(6), 557–565. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2016.16060671

  2. Foerde, K., Steinglass, J. E., Shohamy, D., & Walsh, B. T. (2015). Neural mechanisms supporting maladaptive food choices in anorexia nervosa. Nature Neuroscience, 18(11), 1571–1573. https://doi.org/10.1038/nn.4136

  3. Frank, G. K., Shott, M. E., Hagman, J. O., Schiel, M. A., DeGuzman, M. C., & Rossi, B. (2017). The partial dopamine D2 receptor agonist aripiprazole is associated with weight gain in adolescent anorexia nervosa. The International Journal of Eating Disorders, 50(4), 447–450. https://doi.org/10.1002/eat.22704



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