Pon un Asperger en tu equipo

POR ISABEL PERA

Fuente: Autismo en vivo |12/04/2021, Barcelona, España

Fotografia: Pixabay

Más allá de las experiencias en primera persona, es interesante conocer la valoración de quienes viven o trabajan con ellos. He aquí el testimonio de alguien que tuvo un Asperger en su equipo de trabajo.

Hace un tiempo, tuve el placer de tener una persona de perfil netamente Asperger en mi equipo. Aunque no hay un diagnóstico que pueda confirmarlo, sí que hablando con personas Asperger acerca de todos sus comportamientos, ponían la mano en el fuego a que sí lo era. Alguna vez que tuvimos ocasión de comentarlo, ella misma también me dijo que se sentía identificada en algunos rasgos.

Escribo este artículo para resaltar todo lo positivo, positivísimo, que supuso para el equipo. Fue una pieza clave, esencial, que aportó un valor altísimo en todo momento. Personalmente, le tengo una gran estima y le estoy muy, muy agradecida.

En primer lugar, destaco su honestidad. Su integridad. Su generosidad. Su incondicionalidad. Su transparencia. Su fidelidad. Su fiabilidad. Es siempre una suerte, y un alivio, para un jefe saber que puede contar con alguien, que este alguien “va de cara” y que es de fiar al cien por cien.

En segundo lugar, su humildad. Su trabajo en silencio. Su discreción. Su no buscar reconocimiento, ni ser más que los demás, ni pretender que ella sabe más y que lo haría mejor que los demás. Su no crítica ni cotilleo ni juicio, presuponiendo siempre buenas intenciones en los demás, sin malpensar ni difamar.

En tercer lugar, su altísima capacidad de trabajo. Su altísima concentración. Su atención al detalle, ¡nunca se equivocaba! Sacaba el trabajo a una velocidad y con un rigor altísimos. Se le había definido varias veces “como una crack”. Todo lo que fuera hojas Excel, procesos, cuadrar informaciones, hacer instrucciones y protocolos, organizar la información, tener las cosas al día, … era su fuerte. Era rápida, eficaz, eficiente, resolutiva.

En cuarto lugar, su compañerismo. Estaba siempre dispuesta a ayudar. Si no podía, te lo decía con mucha claridad. Era una muy buena compañera. No se comparaba. Aportaba todo lo que tenía para dar. Si una compañera fallaba, estaba enferma, causaba baja en la empresa, ella se prestaba a asumir el trabajo extra si tenía el tiempo, sin hacer de este tema “un gran tema”, ni pedir constantemente reconocimiento por las labores extras que asumía. De nuevo, trabajo en silencio, discreto, generoso. Como jefa, yo tenía que preocuparme para que no estuviera sobrecargada, aunque también ella fue aprendiendo a expresar si necesitaba ayuda y apoyo por parte de otras personas.

Y, por último, sus ganas de mejorar, de aportar, de hacer nuevas cosas que impactaran en positivo en el colectivo al que daba servicio, que mejoraran los procesos y las maneras de hacer las cosas. Pensaba, reflexionaba, “no iba en piloto automático”, sino que proponía cambios en favor de todos.

Fue una persona a la que fuimos, tanto el resto del equipo como yo, descubriendo paulatinamente. No se hacía notar, pero cuanto más la conocías, más veías el trabajo que hacía, más a gusto estabas con ella y más la admirabas. Todo el equipo le tenía muchísimo aprecio, respeto y estima. Sin duda, ¡fue una gratísima experiencia!

Animo a los jefes que den oportunidades a personas que pueden ser un “diamante en bruto”, como este caso, que quizá son un poco distintas por ser Asperger. Son personas que quizá no se saben vender bien, no son las más extrovertidas o simpáticas, que necesitan quizá un tiempo de adaptación social un poco mayor, que a veces pueden parecer bruscas, individualistas, o tajantes… pero que tienen tanto por ofrecer en otros terrenos, que serán seguro una pieza clave si se les sabe acompañar y encontrar cuál puede ser su contribución única e irrepetible. Sin duda, el puzle que supone un equipo se verá enriquecido con una nueva perspectiva y manera de ver la realidad. ¡No os lo perdáis!

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