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Àgatha, el ruido y el autismo




POR GABRIEL MARIA PÉREZ

Fuente: Univers Àgatha | 25/02/2024

Fotografía: Pixabay

 

 

De pequeña, Àgatha, mi hija con un trastorno severo de autismo, sufría severísimas crisis nerviosas debido, tanto a las visiones de sombras oscuras variadas no identificadas, (sombras de árboles, de luces, de personas, sobre todo en las noches, como también, lo que parecía que más le impactaba: los ruidos extremos, por ejemplo de las verbenas, con los petardos, o en conciertos aparentemente tranquilos, donde el volumen del sonido la alteraba a extremos incalculables.

 

 

Recuerdo haber ido de urgencias alguna noche, asustados por su alto grado de nerviosismo. Llegar, y tras largo tiempo en la sala de espera, los facultativos hacer la revisión pertinente y el diagnóstico: “Àgatha no tiene nada, solo una alta alteración”.

 

Esto es la hipersensibilidad auditiva. Las personas con autismo, muestran dificultad de concentración y viven una experiencia sensorial totalmente diferente en su captación de estímulos auditivos, también olfativos, visuales, etc.

 




Esta contaminación acústica puede provocar pérdida auditiva con trastornos del sueño que deriven en fatiga, depresión e irritabilidad.

 

Combinar estímulos visuales con auditivos puede ayudar a reducir el impacto del sonido y proporcionar una mejor comprensión de lo que está sucediendo en el entorno.

 

La hipersensibilidad auditiva o hiperacusia es una extrema sensibilidad con posible reacción desmesurada frente a los estímulos auditivos del entorno.

 

Las personas con autismo que experimentan hipersensibilidad auditiva pueden sentirse angustiadas ante estos sonidos extraños para su percepción, a diferencia de las personas normotípicas (sin trastorno mental asociado).

 

Esto puede generar ansiedad, estrés e incluso llevar al aislamiento social.

 

Las investigaciones sugieren que la hipersensibilidad auditiva puede estar relacionada con la forma en que el sistema nervioso central procesa y responde a los estímulos auditivos. Esto puede deberse a una mayor excitabilidad de las neuronas auditivas o a una dificultad en la inhibición de ciertas respuestas nerviosas.

 

Volviendo a mi hija Àgatha, su percepción sensorial parece que ha mejorado con el paso del tiempo, ya que procuramos en casa no hacer demasiado ruido, cosa complicada cuando hemos convivido cinco personas.

 

Uno de los “ruidos” más recurrentes en casa son los de la música, tanto mediante equipos de música como cuando canto canciones con mi guitarra. Sabemos que le encanta la música que le ponemos, vamos, la mayoría de la que le ponemos.

 

Y me siento afortunado de tener a una fan incondicional que tararea, a su manera, sonríe y da vueltas a mi alrededor cuando estoy cantándole sus cancioncitas.

 

Como que es una delicia verte así, sintiéndolo por mis vecinos, continuaré cantándote, pequeña mía.




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