POR MEREDITH SMOLEN
Fuente: Autism on the Mighty | 04/01/2017
Fotografía: Getty
Cuando te conviertes en padre no hay un manual; no hay nada que pueda prepararte realmente para cuidar a otro humano.
Cuando me convertí en una madre con necesidades especiales, de repente había todos estos "expertos", gente que nunca había conocido antes, y según ellos, conocían a mi hijo mejor que yo.
Todavía no me gusta la etiqueta de "madre con necesidades especiales". Puede venir acompañada de miradas de lástima o de curiosidad. Parece que separa aún más a tu familia de los demás. Hace cuatro años que oí por primera vez la palabra autismo. Volví a oírla unos meses después, esta vez en un diagnóstico para mi hijo mayor, que entonces tenía casi 9 años.
He tratado de encontrar apoyo, o tal vez simplemente personas que pudieran relacionarse con mi familia, pero me resultó evidente que no compartía los mismos puntos de vista que otros.
No veo a mis hijos como "defectuosos".
No los veo "rotos".
No veo ninguna razón para buscar una "cura"; ser autista no es una enfermedad.
Los veo como niños que necesitan apoyo, que necesitan acomodo. Niños que merecen comprensión y reconocimiento por sus talentos.
Celebro sus puntos fuertes y sus logros.
Entonces, me doy de bruces con lo que la sociedad -o los "expertos"- creen de mis hijos.
Hoy, me senté en una evaluación que duró más de una hora con todas estas preguntas que parecían tener como objetivo poner a mis hijos en una caja más pequeña, centrándose en lo que no pueden hacer o si reaccionan de manera diferente a sus compañeros.
Me fui sintiéndome triste, no por mí, sino por mi hijo y por cómo el mundo parece verlos. Todavía me molesta cuando me acuesto a las 2 de la mañana.
"¿El niño colorea en las líneas con pocos errores?"
"¡No! Escribe números", le contesté. Me miró desconcertado.
"¿No le han enseñado?"
"Lo ha hecho, pero prefiere dibujar números, y ahora está descubriendo las matemáticas, y estos números pueden hacer más de lo que él pensaba al principio. Es muy emocionante para él y para mí. Yo fomento sus puntos fuertes".
¿Realmente importa que mi hijo prefiera escribir números que colorear el dibujo que le pones delante?
Creo que es hora de dejar de intentar meter a estos niños en una caja que pueda hacer que otros se sientan más cómodos.
¡Es el momento de la aceptación!
¡No más disculpas por estas diferencias!
No hay que disculparse por colorear fuera de las líneas.
Meredith Smolen
@mere282 | colaboradora
Meredith vive en Florida y le gusta pasar el rato en la piscina o ir a la playa con sus hijos. Está casada y tiene dos hijos estupendos que son autistas. Fue diagnosticada oficialmente con la enfermedad de Crohn en 2014. Le gusta pasar tiempo con su familia.
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