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Visto y no visto

Actualizado: 28 nov 2022




POR IGNACIO PANTOJA

Fuente: Autismo en vivo | 26/07/2021

Fotografía: Pixabay



Seleccionado por la Real Academia Espacial Española, fui nombrado por la reina Leonor I para ser uno de los ocho tripulantes que viajaríamos por el Reino de España a Marte por primera vez en la Historia.


Llegamos en los coches oficiales, no sin antes despedirme de mi mujer, mis hijos y mis hermanos, que me desearon lo mejor y yo les dije que volvería sano y salvo.


En olor de multitudes, la propia reina, el consorte y la presidenta del gobierno, así como otras autoridades, nos dieron la mano y paso después empezamos la incursión.


Cuatro mujeres y tres hombres, a parte de mí, seríamos los que formaríamos la primera colonia española en el planeta rojo.


Cuando me senté, me abroché el cinturón y devolví mi sonrisa a mis compañeros.


El impacto de sacudida del cohete al despegar fue brutal, pero poco a poco la presión se desvaneció y pude mirar tranquilamente por la ventana. Primero vi cómo me alejaba de Madrid, luego pude ver la península Ibérica y poco a poco la Tierra tomó forma con sus continentes y océanos.


Entonces nos sumergimos en la oscuridad del espacio, muchos puntos brillantes nos saludaban desde el infinito.


Miré a un lado, hacia otro, mis compañeros sentían miedo pero también una alegría de la emoción.


Ya no veíamos la Tierra.


Poco a poco empecé a sentir un cansancio, como si de un sueño onírico se tratase, el espacio exterior, es tan hermoso…


El color oscuro dio lugar a una masa de tonalidades que parecían de una paleta de óleo, miré a mi alrededor, allí estaban mis compañeros, sus cuerpos se desdibujaban, luego sus rostros empezaban a difuminarse y, al final, solo quedaron sus sonrisas.


Me sentí a gusto y en paz, con una serenidad que nunca había tenido antes en mi vida, todos los colores habidos y por haber en el universo me rodeaban y ya no sabía qué era realidad y qué era sueño.


Me recosté y cerré los ojos, pero noté que ya no tenía párpados ni ojos, ni si quiera tenía cuerpo.


Era solamente una idea de mí mismo, algo intangible, ya no recordaba ni a mi familia, ni siquiera mi nombre…


Entonces una luz cegadora lo cubrió todo, sentí el final y por última vez sonreí.




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